Inconstitucionalidad, la palabra maldita. Ese pequeño trabalenguas que nadie se resiste a pronunciar al menos una vez en su vida. Sin duda es una palabra potente, de peso, una afirmación categórica que hace a cualquiera estremecerse de miedo. Calificar algo de inconstitucional es sinónimo de terror y desolación; toda una declaración de malas intenciones.
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