Despunta la mañana del 3 de junio de 1979. Se escucha arrancar el motor de un coche en el barrio donostiarra de Egia. En el asiento trasero va sentada una chica de 23 años. Está contenta e ilusionada. No se puede imaginar que en pocas horas va a morir. El coche tiene como destino Tudela, a unos 200 kilómetros. Sus ocupantes son miembros del Grupo Ecologista de Egia, uno de los muchos colectivos por el medio ambiente que han surgido en los últimos años en Euskadi, en pleno clima de efervescencia política.
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