Las primeras epopeyas tenían siempre carácter oral, hasta que en un momento concreto se pusieron por escrito. Para la Ilíada y la Odisea debemos este inmenso legado a Pisístrato, un tirano (título político sin connotación negativo para los gobernantes griegos) de Atenas. Él decidió que estos dos inmensos poemas, que se estudiaban y recitaban desde hacía siglos, se pusieran por escrito. Esta es la versión que tenemos, una versión que estaría muy cambiada respecto a su origen, se calcula que cinco siglos anterior.
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