Acudir al llanto de un hijo es un instinto innato en muchas especies, sobre todo en mamíferos. Las madres gatas han desarrollado hasta tal nivel sus sistemas auditivos que son capaces de evaluar el contenido emocional de las llamadas de su gatito para así ajustar su respuesta en consecuencia. Sin embargo, los padres no muestran una respuesta inmediata a las llamadas más urgentes.
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