En esta pequeña localidad de la comarca burgalesa del Arlanza (121 habitantes), desarrolla un modelo de “ganadería regenerativa holística” que reniega la teoría industrial. Porque propone volver a criar manadas semisalvajes de herbívoros que vivan y pasten en libertad, al estilo de los primeros pastores neolíticos. Nada de piensos prefabricados, soja y maíz transgénicos ni de hormonas. Asegura que con ello se consigue vida rentable para el mundo rural, mínimo impacto ambiental, mitigación del cambio climático y grandes beneficios ecosistémicos.
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