Fue hace cuatro años cuando su vida cambio de forma radical. A finales de julio de 2012, durante unas vacaciones en Las Landas, un inofensivo rasguño en un dedo derivó en una grave infección provocada por una bacteria. Tras un mes en coma, primero en el Hospital de Bayona y después en el Universitario Regional de Tours, los médicos tomaron la decisión de recurrir a la amputación para controlar la septicemia necrosante que le devoraba el cuerpo.
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