La manifestación del pasado jueves, de un millón y medio según la Confederación General del Trabajo (CGT), y la huelga masiva en los ferrocarriles y el transporte de los últimos cinco días, pone a Macron contra la espada y la pared y prácticamente le obliga a tomar medidas más sociales de las que pretendía. El alto comisario alto comisionado para la reforma de las pensiones, Jean-Paul Delevoye, y la ministra de Sanidad y Seguridad Social, Agnès Buzyn, se reunieron ayer con los interlocutores sociales. Los sindicatos no quieren ceder.
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