El panorama televisivo está repleto de programas cuyo pretexto es la música, pero todos caen en una serie de errores, que son los que se van a repasar en estas líneas. Y el primero de ellos, el más evidente y el más peligroso es el propio formato de —casi— todos los programas musicales. Un formato que se presenta como una competición, como si el arte —en este caso, la música— pudiese compararse con un rally. ¿Quién tendría la caraja de poner a competir a Lope de Vega y a Miguel de Cervantes? ¿A Velázquez y Goya?
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