El Gobierno de derechas de Finlandia se enfrenta a un otoño convulso, presionado por sindicatos y estudiantes por los recortes sociales, la erosión de los derechos laborales y la seguridad en el empleo, y las nuevas restricciones a los estudiantes internacionales que quieren quedarse en el país nórdico. El Gobierno actual quiere aumentar las tasas de matrícula y endurecer la política de inmigración, de modo que los estudiantes internacionales sólo tengan tres meses para encontrar trabajo una vez que se gradúen, o serán expulsados".
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