Los defensores de los Derechos Humanos denuncian más de 700 muertos en menos de 3 meses en Filipinas. Todos son narcotraficantes y consumidores de drogas asesinados por la policía o los vigilantes ciudadanos. El presidente, el día de su toma de posesión, invitó a matar a los drogadictos para evitar ese dolor a sus padres. Las ONG's hacen un llamamiento a la ONU para que medie en la situación.
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