Con unos pocos meses de vida, la brasileña Luciana Sestari, de 36 años, fue entregada por su madre biológica a unos vecinos para que la criaran. Más de dos décadas después, la insistencia de un paciente anciano a quien estaba acompañando a un hospital cuando estaba tomando un curso de enfermería, le hizo encontrar a una hermana biológica más joven. Este es la historia de Luciana, contada en primera persona.
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