¿Cuántas veces hemos escrito algo y, a pesar de nuestras revisiones, tiene errores y estos no dejan de aparecer jamás aunque corrijamos una y otra vez el texto? Si eso te ha sucedido, has sido víctima de Titivillus, el demonio de los errores. La primera referencia que se tiene de este terrible demonio es en el Tractatus de Penitentia de Juan de Gales, que data del año 1285. La labor de Titivillus consiste en hacer caer en el error a las personas y que esto los lleve al pecado y, por tanto, al infierno.
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