Ahora, el equipo de Eugenio Proto y Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick en el Reino Unido, ha abordado con un nuevo enfoque este enigma y el de por qué ciertos países ocupan los puestos más altos del mundo en felicidad. Estos investigadores han descubierto una tendencia llamativa: Cuanto más cercana esté la composición genética de la población de un país a la de la población de Dinamarca, más feliz será ese país; y a la inversa, a mayor distancia genética de Dinamarca, menor felicidad en la población de una nación.
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