Se han observado muy pocas especies que imiten el comportamiento humano —sólo orcas, simios, elefantes, delfines y urracas— y ahora, esa lista ha crecido hasta incluir gatos domésticos. El hallazgo es una sorpresa porque no se pensaba que los gatos poseyeran las habilidades cognitivas necesarias para imitar intencionalmente las acciones de otras criaturas.
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