“Me dicen que voy a comer barras de las que no tienen hueso, que soy prostituta, que me acuesto con miembros del comité”, enumera Raquel, la líder de este grupo que pide trabajar en la estiba. Su pecado es liderar a un grupo de unas 300 mujeres que quieren ser estibadoras del único puerto español que solo contrata varones. Algo que parece irritar al sector de la estiba y a sus esposas, que han elevado el tono en las últimas semanas.
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