Por suerte para nosotros, no existen plantas carnívoras lo suficientemente grandes como para devorar a un ser humano. En la edad de oro de las exploraciones geográficas, en los siglos XVIII y XIX, circularon leyendas sobre árboles y arbustos que atrapaban grandes presas y a los que los indígenas ofrecían víctimas humanas como sacrificio ritual. Algunas de estas historias perduraron como ciertas durante décadas, hasta que alguien se tomó la molestia de indagar en las fuentes originales y descubrió que se trataba solo de fantasías...
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