Las decisiones políticas y sanitarias tras la explosión de ómicron suponen, de hecho, una fórmula diferente para afrontar la COVID-19 que implica una vigilancia menos estrecha.De fondo sobrevuela el debate sobre si, llegados a este punto, es pertinente saltar a un escenario que apunte hacia la gestión de la COVID como una enfermedad más común, como la gripe, aunque los epidemiólogos discrepan. Las medidas políticas adoptadas mueven la responsabilidad hacia la gente, lo que conlleva a una "individualización de la gestión"
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