Uno de los papeles fundamentales de nuestro militarismo, tan activo en operaciones en el exterior (más de 70 desde Felipe González a la actualidad y más de 200.000 efectivos implicados en ellas a lo largo de esta trayectoria, con un muy considerable gasto en intervencionismo) es promover la industria militar, una fuente de pingües beneficios para unas pocas empresas, accionistas, bancos y fondos de inversión que participan de esta ingente actividad.
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