Ramón Espinar e Íñigo Errejón aprovecharon la debacle para cobrarse cuitas pendientes, a pesar de que ellos son dos de los máximos responsables. Porque fueron dirigentes importantes e hicieron todo aquello que ahora denuncian. La sangría que se originó en las primarias de Madrid, precisamente entre ellos dos, fue el principio del fin de la formación. El duelo abierto y descarnado, transparente de la peor manera a los medios, y que desguazó a la formación fue propiciado por ellos como cabezas de listas que competían. Los usos y costumbres de una
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