El artista de performance español Abel Azcona tuvo que vivir en el exilio en Portugal y sólo podía visitar su país a escondidas. Estaba en busca y captura por la policía. Su crimen: la blasfemia. Durante sus actuaciones, ha criticado abiertamente los abusos sexuales a menores en la Iglesia católica. Con testimonios del propio artista y del presidente de la Fundación Francisco Franco, y un seguimiento del caso del rapero Pablo Hasél, en la cárcel por sus canciones, este reportaje analiza la libertad de expresión de los artistas en España.
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