Estaba en un festival hace un año, pasándomelo de vicio (nunca mejor dicho) cuando un amigo llegó, me la dio y yo, en mi estado de ‘soy la reina del mundo y puedo con todo’, me la tragué. No me juzguéis. Noté sus efectos al cabo de un rato y no estuvo mal. Eso sí, nadie me quitó los tres días de resaca infinita. ¿Qué por qué os cuento esto? Porque ese fue el momento en el que descubrí que mis amigos se drogan. Nunca antes me habían ofrecido nada, pero lo cierto es que llevan años drogándose.
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