El primero en tirar de la cuerda fue Sortu. Con una puesta en escena que incluía la presencia simbólica sobre el escenario de Xabier Atristain, el etarra que ha dado nombre a la doctrina, exigía hace una semana al Gobierno que extendiera «de oficio» la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que anulaba la condena del etarra por haberse basado en un interrogatorio obtenido «sin garantías» durante una detención en situación de incomunicación.
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