Ahora, el día de mi liberación fue igual de surrealista que todos los meses que pasamos allí. Me llevaron a la frontera con Turquía y, poco antes de llegar a la línea fronteriza, ellos se quedaron atrás y yo comencé a avanzar. Por supuesto cuando los turcos me vieron, dispararon, supongo pensando que era un yihadista que trataba de cruzar la frontera de forma ilegal. Nunca dudé un momento en avanzar: era preferible arriesgarse a recibir un balazo que volver atrás con aquellos lunáticos.
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