Los grandes medios, acostumbrados a disimular los escándalos reales en segundos, terceros o cuartos planos informativos, daban la noticia del comunicado-bomba descolocados por la contundencia. La mala noticia para la salud pública del periodismo es que la contundencia no llegó de la mano de medios responsables, sino de la propia corona tratando de sobrevivir. Si el rey Felipe pretendía conectar aplicando épica, no lo consiguió. Si el rey Felipe pretendía que hoy fuese su particular discurso del 23F, sólo lo consiguió en impostura
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