El atasco que padecen las administraciones es de tal calibre que todos los actores del sector de las renovables coinciden en identificar la palabra maldita del momento: “retrasos”. No hay personal suficiente para tramitar adecuadamente la cantidad de proyectos que se presentan. Da lo mismo que sean grandes plantas o instalaciones de autoconsumo. El problema amenaza con ralentizar el ritmo exigido por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), ahora que parecía haber logrado velocidad de crucero.
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