Cuando el grupo yihadista Estado Islámico (EI) izó su bandera negra en Ramadi todos los ojos volvieron a fijarse en las fuerzas de seguridad de Irak. Un año después de las caídas de Tikrit y Mosul la historia se volvía a repetir, con la diferencia de que en los últimos doce meses la alianza contra el califato que lidera Estados Unidos ha realizado más de 3.000 ataques contra posiciones del EI y ha entregado nuevo armamento a las fuerzas iraquíes. No parece suficiente para frenar el avance de los hombres de Abu Baker Al Bagdadi.
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