El sistema estadounidense no es un sistema puro de reparto (aunque la prestación pública exista) porque la cobertura estatal está diseñada para cubrir un mínimo que mayormente está por debajo del nivel de vida en general. Éste es el motivo por el que habitualmente los estadounidenses deben acudir a fórmulas de cotización privada al que hacen importantes aportaciones a lo largo de su vida laboral. Los expertos estiman que un trabajador debe haber acumulado en fórmulas complementarias unas ocho veces su salario anual.
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