El reinado de Eduardo II de Caernarfon, se corresponde con una de las crisis más agudas de la autoridad real en Inglaterra. Nació en el castillo de Caernarfon en Gwynedd. Las virtudes que tuvo su padre: de guerrero, político y diplomático; no fueron heredadas por él, ya que fue: incapaz, débil e irresoluto. Al desinteresarse, por completo, de las funciones de gobierno, los grandes señores feudales, que habían sido contenidos, a duras penas, por Eduardo I, hallaron en él al monarca ideal para imponer sus ambiciones y egoísmos.
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