El 9 de enero de 1923 Edith Thompson y su amante, Frederick Bywaters, fueron ejecutados por el asesinato del marido de ella, incluso aunque no hubiera ningún tipo de evidencia que demostrara que ella participó en el crimen. "Es importante recordar a la gente que los prejuicios siempre existen y que solo cambian en forma". "Vivimos en una cultura de la cancelación —ella fue literalmente cancelada— y eso es un impulso muy peligroso que la sociedad encuentra difícil de resistir".
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