Los integrantes de la banda de furtivos, con antecedentes penales por este tipo de actividades, ofrecían la caza ilegal en montes públicos o privados de especial protección medioambiental y cinegética. Contaban con armas con silenciadores, trabajaban al atardecer o por la noche y aprovechaban temporadas de apareamiento. Trasladaban a sus clientes a los lugares de caza o se encargaban de hacerles llegar a casa los “trofeos”, es decir, las cabezas y cornamentas.
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