María José conoce perfectamente las dos caras de la misma moneda. 2014 y 2015 fueron para ella años durísimos, con su marido César víctima de un sarcoma fulminante y su padre José enfermo de cáncer. Al primero le comunicaron por teléfono que tenía un tumor extremadamente raro y que le quedaban pocos meses de vida. El segundo tuvo la oportunidad de fallecer en casa, como quería. Lo hizo sin dolor y con el apoyo médico y psicológico de un equipo de cuidados paliativos, aunque no porque su médico le ofreciera el servicio.
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