(...) Paloma intentó limpiar casas, trabajar en el campo de la estética, cortar el pelo a perros, poner copas, un montón de cosas que no fueron posibles o que duraron poco. La legalidad vigente castiga a las migrantes con trabajos con los que no se puede vivir, con el chantaje que supone no aceptarlos, con la invisibilidad y con medidas punitivas desproporcionadas. Como el 70% de las mujeres trans brasileñas y casi el 50% de las españolas, Paloma recurrió al trabajo sexual.
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