Es uno de esos casos en los que te tienes que frotar los ojos para intentar creerte lo que estás viendo: un matrimonio en el que la esposa, médico, tenía una fuerte alergia alimentaria a los frutos secos y a los derivados lácteos, se sentó a comer en un restaurante en Disney World. Tras informar de sus alergias al personal siguiendo su habitual rutina y que le «garantizasen inequívocamente» que la comida no contenía alérgenos, se la comió, empezó a encontrarse mal (...)
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