La prevista marcha del próximo domingo contra el antisemitismo ha exacerbado la crispación política en Francia y el desencuentro entre los partidos. Tenía que ser una iniciativa para mostrar consenso nacional y repulsa unánime, pero se ha convertido en un motivo de gran incomodidad, cuando no de discordia y de acusaciones cruzadas. La primera ministra, Elisabeth Borne –hija de un superviviente de Auschwitz que años después se suicidó–, acudirá a la manifestación.
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