Las farmacias y los centros de salud de Menorca dispensaron el pasado año un total de 1.590 píldoras postcoitales, el doble que hace cinco años. Esta evolución lleva a los responsables de la Iglesia menorquina a dirigirse a los profesionales sanitarios para que desde su trabajo «defiendan al más débil e indefenso», al tiempo que abogan por «una verdadera educación afectiva y sexual» que evite llegar a estas prácticas.
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