La soldado M.B. es una madre divorciada con cuatro hijos pequeños a su cargo, uno de ellos, de ocho años, sufre una grave discapacidad psiquiátrica que, de acuerdo con sus expedientes completos a los que ha tenido acceso Público, “no tiene sentido del riesgo”. El rosario de autolesiones es interminable. “Se insulta a sí mismo, se muerde, se araña, se arranca pelo, se da cabezazos contra la pared…”, reza uno de sus informes psicopedagógicos. Pero para el Ministerio de Defensa, su situación no es suficientemente grave.
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