Bourke, una minúscula población de apenas 1.800 habitantes en el este de Australia, se ha convertido en noticia mundial por la decisión que han tomado sus autoridades: han sacrificado a decenas de perros que iban a ser trasladados a un refugio en otra ciudad porque tenían miedo de que las personas que iban a ir a recoger a esos animales pudieran contagiarles con el coronavirus. La noticia ha generado una oleada de reacciones en todo el país y ha provocado que se abra una investigación para determinar lo sucedido.
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