A medida que avanzaba la evolución, siguiendo las leyes de la selección natural, hacia el “homo sapiens”, hemos ido dejando atrás todo aquello que ya no nos era útil. A pesar de que la anterior premisa es cierta, conservamos ciertos vestigios de lo que fuimos... como el tubérculo de Darwin. El tubérculo de Darwin es un pequeño engrosamiento cartilaginoso que aparece en el borde de las orejas de algunas personas (el 10% en España), concretamente en la intersección entre lo que sería la parte media y la parte alta del pabellón auditivo.
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