Cuando nos solidarizamos con quienes sufren, nos hacemos partícipes de un dolor ajeno. Llamamos a esto empatía. Lo suponemos un rasgo emocional típicamente humano que nos diferencia de otros animales.(...) Sorpresa: estamos equivocados. No sólo otras especies comparten con nosotros este contagio social del dolor, sino que tal vez estemos biológicamente programados para compartir el sufrimiento. Investigadores han descubierto que existe un factor químico capaz de transmitir el dolor de unos ratones a otros, simplemente a través del olfato.
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