El castillo cruzado, también conocido como el Kerak, era junto con el Crac de los Caballeros, una de las mayores fortalezas cristianas en Tierra Santa. Su situación, entre Damasco y el Mar Rojo le permitía controlar las caravanas de beduinos entre Egipto, Siria y La Meca, constituyéndose en uno de los principales baluartes de protección del reino de Jerusalén. Saladino se dirigió al Crac con la intención de tomarlo y dar un escarmiento a su dueño Reinaldo de Chatillon. No contaba con que en su interior se estaba celebrando una boda.
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