La errónea percepción de que el mundo va mal es, según algunos, culpa de las redes sociales –no podía ser de otra manera- y, atención: el sentido crítico de los ciudadanos y su nostalgia. O sea: nuestra. Es curioso que algunos de los medios y periodistas abonados durante los no muy lejanos tiempos pasados a la propagación de la idea de la “incertidumbre” política, del desastre económico fruto del “ascenso de los populismos” y la amenaza global del terrorismo, se hayan convertido en profetas del happy flower, antes tan criticado por buenista.
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