El aumento de la tensión política en Cataluña amenaza con poner pronto en un brete al boyante flujo del crédito al consumo. Su empuje pivota sobre compras, cuya ralentización se teme, y una oferta que algunas entidades financieras comienzan a reconocer que se endurecerá si la evolución de la actividad despierta el fantasma de los impagos. El riesgo está latente. Las ventas del comercio minorista retrocedieron un 3,9% en octubre en comparativa interanual, encabezando los desplomes en España, conforme puso de manifiesto el INE
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