La cosmética romana la podríamos considerar un antecedente de lo que hoy entendemos como cosmética natural. Esta cosmética se fundamenta en dos componentes esenciales: el masaje y la leche. El cuidado de la piel fue una auténtica obsesión de las romanas de clase elevada, y en torno a él se desarrolló un arte del maquillaje no menos sofisticado y lujoso que el de hoy en día. Los cánones de la belleza romana aconsejaban a la mujer una piel luminosa, sonrosada y, sobre todo, blanca.
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