Una aplicación popular que prometía eliminar la carga de recordar contraseñas ha provocado una reacción violenta al exigir, semanas después de que fue adquirida por dos firmas de capital privado, que los usuarios paguen o enfrenten restricciones de acceso a sus cuentas en línea. LastPass ha animado a millones de personas a reemplazar contraseñas débiles en sitios web minoristas, bancos de Internet y otros servicios en línea. En cambio, el software maneja la autenticación automáticamente usando contraseñas largas y complejas que son imposibles
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