La industria del k-pop proyecta una imagen moderna, sana y positiva de Corea del Sur, pero su sistema de fabricación de estrellas esconde contratos abusivos, anulación del individuo y condiciones infrahumanas. Sin apenas contacto con el mundo exterior, ensayan 14 horas diarias con un solo día libre cada dos semanas. Gracias a un software de simulación, la discográfica puede estimar cómo sonará su voz y qué aspecto tendrá su cara una década después.
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