(...) También me pregunto por qué no se puede escuchar la opinión del pueblo catalán. ¿por si no gusta a todo el mundo? ¿Y es eso lo correcto? ¿No querer oír cuando se intuye que quizás no guste la respuesta? No sé si es pena la palabra adecuada, indignación o una mezcla de ambas, lo que siento viendo un barco lleno de policías en el puerto de mi ciudad. No es policía lo que hace falta para entenderse. Humillar no es el camino (...)
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