¿Son respetuosas y responsables las campañas mediáticas contra la trata de personas con fines de explotación sexual? ¿Son veraces, o tras ellas se esconden prejuicios ideológicos contra el trabajo sexual? ¿Cómo afectan estas campañas a la inmensa mayoría de trabajadoras sexuales, que son aquellas que ejercen libremente? ¿Puede una campaña propagandística perjudicar a las víctimas reales? ¿Cuál es el verdadero impacto que tienen sobre la sociedad?
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