Me encanta el póquer: el proceso de intentar adivinar las intenciones del contrario, la mezcla de azar y habilidad, de matemáticas y psicología; personalmente lo encuentro apasionante. Si el póquer sólo fuera eso, probablemente se quedaría solamente en un juego de apuestas con cartas, como el mus, el truco o el envite. Pero el póquer tiene un significado que va más allá.
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