Kip Thorne mira en el agujero negro que ayudó a crear y piensa: "Porque por supuesto. Eso es lo que haría". Thorne y la productora de cine Lynda Obst, que se conocieron cuando Carl Sagan les puso en una cita a ciegas hace 30 años, llevaban tiempo jugando con la idea de una película que involucrara las misteriosas propiedades de los agujeros negros y de gusano. La simulación sin precedentes para la película requirió un nuevo software de renderizado basado en sus ecuaciones. El resultado: 800 terabytes de datos y al menos 2 artículos científicos.
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