Para muchos políticos alemanes, incluida la canciller Angela Merkel, aceptar refugiados es un ejercicio de solidaridad con quienes huyen de la guerra y la persecución. Pero también hay claros motivos pragmáticos. En el caso alemán, la creciente proporción de ciudadanos dependientes anticipa una enorme carga para los contribuyentes. Se calcula que el porcentaje de personas de 65 años y más frente a los pobladores de entre 15 y 64 años se incrementará de 32% en 2013 a 59% para 2060. Y esto supone un coste altísimo para los contribuyentes.
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